Tú me diste alas y todos los corazones del mundo.
Yo te levanto, te abrazo te tapo, en las noches frías de islas ciclotímicas.
Tú vuelves a la vida.
Y yo. Y ellas.
Yo la cuido y ríe como nunca.
Ella me enseñó trucos con cordeles y manos,
en su risa nacíamos todas.
Tú aprendes conmigo cosas que olvidaste enseñarme.
Juntas somos invencibles,
juntas espantamos a las hienas.
Juntas reímos, lloramos, abrazamos y amamos.
Ferozmente. Y cuidamos a otras. Ferozmente.
Como la leona que defiende a sus cachorros de los depredadores.
Y él. Él. ĖL. Me recuerda el camino.
Y él. Él. ĖL. Me recuerda el camino.
Me regala giros inesperados, sorpresas de dioses nórdicos
que antes han cobrado su sacrificio.
Y agotada, me rindo. Me da igual.
Quedo en estas manos de nubes, ya nada me espanta.
Porque soy otra. Soy la niña que fui.
Porque soy otra. Soy la niña que fui.
Y no se puede regresar de una resurrección.
He cruzado desiertos.
Y bombillas de baile de infancia
me abrigan en la noche más fría de esta humanidad...
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