INVÍTAME A VIVIR
Cine, música, libros, teatro, poesía propia y de grandes poetas, mujeres destacadas de la historia, política y denuncia de injusticias.
¿Qué encontrarás?
miércoles, 15 de junio de 2022
Lo sé. Lo sabes. Lo sabemos.
martes, 14 de junio de 2022
En llamas
Soy el meme de un meme. La tilde de un monosílabo. El
autorretrato de una mujer incombustible en llamas. La que no arde, pero se quema.
Y así no
Ella era tilde y él, monosílabo. Y así no se puede.
sábado, 11 de junio de 2022
Cucharita y cintas de VHS
Decía Galeano que recordar viene del latín y significa “Volver
a pasar por el corazón”.
Cuando mi sobri tenía cuatro años nos sentábamos juntos en las
escaleras, mientras comíamos un kiwi con cucharita y hablábamos de la vida. Con
los dos peques jugábamos a sentarnos debajo de una sombrilla gigantesca de ‘La
bella y la bestia’ a inventar historias. Y después de comer, tenía que
sentarles uno a cada lado de la cafetera de cápsulas para que no se pelearan,
mientras yo les indicaba qué fase podía hacer cada uno: tú dale a esta palanca;
ahora, tú presiona este botón. La felicidad a veces es simple.
Fabricar recuerdos, lo llamaba mi hermana.
Los seres humanos amamos, queramos o no. Nos aman, queramos o
no. De forma consciente o inconsciente. Nos protejamos o no, el amor entra
muchas veces en nuestra vida. El amor en todas sus formas, incluyendo el odio.
Nos atraviesa, nos deja marcas, borrones, huecos. Nos toca y nos deja la piel
de otro color, con otro aroma. Pero en realidad, no es el amor el que nos
cambia una y otra vez, sino los recuerdos.
Somos recipientes, cintas de vídeo de VHS, antiguas, medio
estropeadas, con momentos que no queremos perder por si nos perdemos detrás con
ellos. Rebobinamos tantas veces que acabámos cargándonos la cinta y el
reproductor. Y aún así, seguimos conservando las cintas, aferrándonos a ese
pasado que nos hizo mejores porque tenemos hambre de tiovivo. Nos hace sentir
bien lo que ya conocemos, contarnos una y otra vez la misma historia. Saber lo
que ocurre después, recuperar el control que nos arrebata el amor.
Confundimos tener el control con amar. Confundimos recuerdos
con haber amado y haber sido correspondidos. Confundimos poder presionar el botón
en el momento justo para parar la cinta y rebobinar las veces que haga falta
con estar vivas.
La incertidumbre, ir en bici cuesta abajo. Enfundarte los esquíes
y no tener ni idea de cómo vas a frenar porque no sabes esquiar y encima te
aterra la velocidad. Fabricar recuerdos que rebobinaremos cuando no vivamos.
Aburrirse, romper cosas, echar de menos, reír hasta llorar, buscarte. Odiarte.
Antes de ser cintas de VHS, escribíamos cartas. El buzón era
nuestro recuerdo del futuro. Cartas cuyas copias guardamos junto al reproductor
de vídeo. Buscamos las pistas de quienes éramos para localizarnos en medio del
océano. Las palabras que elegíamos cuando éramos otras personas. El amor que
fuimos y dimos sin control. Un tiovivo de letras y verbos mal escritos porque
sólo nos importaba contar una nueva historia.
Y antes de escribir cartas, nos sentábamos alrededor de la
hoguera, inventando recuerdos para otras. Amando las historias y amando a
quienes se dejaban atravesar por ellas. Siendo correspondidas por el fuego en
unos ojos que buscan lo que no quieren perder.
Hay quien afirma que todo eso ya no existe. Que ya nadie se
sienta un momento en las escaleras a ser tiempo con otra persona. Que el futuro
no nos deja ver el pasado y nos emborrona los recuerdos. Que ya no sabemos que
las buenas historias son lo que nos hace mejores.
Hay quien nos quiere convencer de que no somos historias y
recuerdos de otras. No saben que somos los textos que otras necesitan para ser los textos de otras
que serán los textos de otras.
Hay quien cree que
ha olvidado fabricar recuerdos y por eso rebobina hasta cargarse la cinta de
VHS, porque una vez amó y fue amado y ahora la rutina le dice que deje quietos
los esquíes y la bici, no vaya a ser que se caiga y pierda las cartas, los
sobres y la cinta.
Somos las
historias que nos contamos, pero olvidamos contarles nuestra historia a otras,
alrededor de un fuego, echando una carta al buzón o sentándonos en unas
escaleras a comer un kiwi con cucharita.
Tenemos tanto
miedo de asomarnos al futuro que pagamos fortunas por no bajarnos del tiovivo.
Queremos contar un pasado que ya no existe. Queremos ser mentira. Y a veces lo
somos.
jueves, 9 de junio de 2022
Puerta
Soy Nueva Zelanda y he construido ‘La Comarca’ para que por
esas puertas no quepa cualquiera, pero los meteoritos me golpean y siempre tengo
que estar recolocando los espejos que me desvían de mi órbita.
martes, 7 de junio de 2022
Plancton y Louise Banks
«Plancton» significa a la deriva, errante. Viene del griego,
como casi todo. Este conjunto de organismos es responsable de producir más de
la mitad del oxígeno del planeta. Y, además, son seres acuáticos que secuestran
millones de toneladas métricas de CO2, mientras se dejan llevar por las
corrientes, como vagabundos del mar.
Muchas veces no sé cómo decir lo que quiero decir. Nunca lo
he sabido. Y seguramente nunca lo sabré. Pero quiero traducir parte. Quiero y
no quiero ser Rita. Y por eso leo. No leo lo que debería leer, casi siempre descifro lo que me sorprende, lo que me muestra lugares nuevos que desconocía. A saber,
diccionarios y columnas de opinión. Libros también, claro, novelas de ciencia
ficción. Ellas me llevan a otros mundos. Pero sin ancla, la tormenta se lleva
este barquito a remos.
Desde 2010 iba a la biblioteca en mis horas libres. Cada
día. Antes de matricularme para entrar en la universidad. Era Rita, de Educando
a Rita. Antes de Rita era Susan, claro. Susan White. Los nombres. Siempre los
nombres. Úrsula K. Le Guin lo sabía y me lo regaló. Encima de la mesa, cada día buscaba a mi
Frank Bryant.
Pero no. Hubo un antes mucho antes de eso. Empecé a ser
Eliza Doolittle. Fui tripulante de mi propio batiscafo, exploradora de palabras
en las columnas de opinión. Recuerdo estar hambrienta. No de conocimientos, que
también. Me moría de hambre de palabras nuevas. Necesitaba llenar mi casillero
mental. Agua, comida y palabras. No recuerdo cuándo empecé a ser un náufrago. Sólo
sé que sigo siéndolo. No creo que deje nunca de nadar en el océano. Soy una
yonqui del lenguaje, de sus piruetas, de sus imágenes. Sin mi dosis, agonizo. Wilson. Quédate.
Ya. Suena muy tremendo todo, ¿verdad? Es más sencillo que todo esto. Simplemente, busco, busco y busco. Escribo como coartada, pero busco tesoros. Me paso la vida buscando tesoros, armas, herramientas, mis gafas de lejos. ¿Para qué? Pues no sabría decir. Supongo que para ser Rita. Quiero querer seguir aprendiendo. Descubrir cada día mundos nuevos, apartar velos y cortinas. Mirar por la ventana. Nombrar lo que no sé nombrar para explicar lo que no sé explicar. Quizá para defenderme. Quizá para atacar. Quizá para herir. Quizá para curar. No, curar, no. Estoy harta de curar. Quiero ser Louise Banks.
Y tampoco se trata de saber por saber, por demostrarles algo a los demás. Tampoco se trata de presumir. Es pura y simple supervivencia. No, tampoco es eso. Se trata de abastecerme. De aprovisionarme. Tengo sed y simplemente bebo agua. Y cuanto más bebo, más sed tengo. Diccionarios. Sí. Me avergüenza reconocerlo, aunque tampoco sé qué habría de malo en buscar la felicidad en el lenguaje y sus misterios. Me pasaba horas buscando palabras escondidas. Y mucho antes, en columnas de opinión.
Luego empecé la universidad. Sorprendentemente, aprobé los exámenes de acceso. A mi edad.
Aprendo cosas a diario. Y he vuelto a mi primer amor, las columnas de opinión. Hay algo ahí que me llama desde el fondo del océano. Algo que me saca a la superficie y me lleva a flotar, a dejarme llevar por las corrientes marinas. Bioluminiscencia. Vida y luz. Vocablos, voz, promesa, ofrecimiento. Lengua.
Besar es inventar un idioma. Aprenderlo. Ofrecerlo. Es un arma.
Verbos y adjetivos me ayudan a flotar y al mismo tiempo
a llegar a tierra firme. Viernes son las palabras que me reinventan cada día.
Viernes son mis asideros. Leo, releo, subrayo. Guardo letras ordenadas en miles
de combinaciones, colocadas en cajitas preciosas que a veces recuerdo y a veces no. Pero
están ahí. Hablando por mí cuando yo no encuentro la forma de explicar qué
quiero.
Recuerdo estar hambrienta de palabras y combinaciones. No
creo que nunca deje de estarlo. No creo que sea un camino de baldosas amarillas.
Tengo sed. Simplemente bebo agua para poder comunicarme con los heptápodos.
-
pennylanebcn, 2022. Todos los derechos reservados.
miércoles, 18 de mayo de 2022
Lo que puedo
domingo, 24 de abril de 2022
Nada. Nunca. Siempre. Todo. (pennylanebcn, 2022)
Serás mi nunca y mi siempre.
Seré tu todo y tu nada.
Serás mi condena y mi arrecife de coral.
Seré tu noche en vela infinita y definitiva.
Eres. Soy. Nunca seremos. Pero fuimos.
Fuimos y siempre estaremos sin estar.
Gigantes y locos. Rotos y renacidos.
Cuerdos y devorando instantes.
Soy tu nunca. Eres mi siempre.
Y viceversa.
Foto de https://www.instagram.com/nasahubble/?hl=es |
miércoles, 20 de abril de 2022
Y no entiendes
Subo al barco de las preguntas
y vuelvo a lanzar el ancla; ya sabes,
nunca sé si sabes que no sé.
Me pregunto si te preguntas si me pregunto
En cada embate, en cada cuerda de
pozo.
No entiendo si entiendes que no
entiendo.
Porque te nombro sin nombrarte
cada vez que me llamas sin llamarme.
Y no entiendes si entiendo que no sabes
si sé,
cada vez que se cuela el frío de
Neptuno
y descubrimos una nueva partícula.
Callamos a gritos en el desierto de
nuestras dudas,
en el vacío que no es la nada, sino más
preguntas.
Más respuestas que no sé si sabes que
no sabemos.
Poema de pennylanebcn, 2022. Todos los derechos reservados.
domingo, 3 de abril de 2022
Espacio
A veces, no hace falta salir al espacio en una nave
moviéndose a la velocidad necesaria,
para caer libremente de forma perpetua
sin llegar nunca a precipitarte
en el otro objeto sobre el que orbitas.
Dicen que es el tirón gravitacional. Pero no. A veces, no.
sábado, 2 de abril de 2022
Extintor
jueves, 31 de marzo de 2022
Torbellino
Por un remolino. En el mar
de una sala de embarque vacía.
Una espiral de mentiras
que una vez te contaste y te creíste.
Un deseo que viaja
a 300 000 km por segundo
y se pierde en el horizonte de sucesos.
Una libélula toca las manecillas del reloj
y descarrila el tren.
Y, pese a todo, sé que volverás a subir.
Somos vagabundos de las estrellas
que encallan en un Maelstrom.
Y al naufragar, un pesquero nos rescata.
Pero sólo para volver a encallar.
En una espiral de mentiras
que una vez me conté y me creí.
jueves, 17 de febrero de 2022
Debajo de la alambrada
Debajo de los árboles.
En el fondo del océano.
En lo alto de la escalera.
En mis manos, cada día.
Arrugas que están en otra piel.
En mis ojos, a través del espejo.
El viento se lleva el globo rojo,
pero nunca demasiado lejos.
Reinterpreto el diccionario,
y olvido palabras que usé.
Aprendo a decir hasta pronto.
Aprendo a decir por qué.
Me arrastro debajo de la alambrada
cuando sueño despierta y para qué.
Para verme a través del espejo
sin verme en las arrugas del agua.
Sin que se me lleve el viento
mientras me tiran las olas.
Aprendo a buscar mentiras.
Y aprendo a descifrar recuerdos
del fondo del océano,
mientras olvido mis gafas de lejos.
Mientras olvido el por qué.
miércoles, 5 de enero de 2022
Busque o no mi nombre en el reloj
Nievan tropos en pleno verano.
En un verano que es invierno
cuando la verdad viste de astronauta.
A la pregunta de ¿qué?,
sigo recto por el laberinto.
Me cambian las baldosas de sitio
busque o no mi nombre en el reloj.
Y juego.
Juego con las señales.
Me tropiezo con las ramas.
Abra o no la escafandra.
A la pregunta de ¿cuándo?
Intento perderme, sigo a las marionetas.
Apago el fuego y quemo la casa.
Salvo las comas del incendio.
Sé que nunca fue todavía.
Las mentiras siempre fueron ciertas
mientras siempre fue demasiado pronto.
Mientras siempre fue todavía.
martes, 9 de noviembre de 2021
Papeles desordenando
El desorden repite estribillo
y mueve las cajas de sitio.
Mi cabeza, explosión sin sonido.
Galaxia tras agujero negro.
Un caos de tendedero.
Papeles desordenando
río arriba, contracorriente,
mi voz acorralada.
Laberinto sin entrada.
domingo, 10 de octubre de 2021
COSITAS DEL CAPITALISMO. Orígenes.
El capitalismo es el sistema socioeconómico en
el que vivimos “”cuyo fin es que el capital crezca”. Se impuso con coacción,
violencia, moneda común y cercamientos de tierras comunales a finales del siglo
XV y principios del XVI.
El elemento central que permitió que naciese el
capitalismo fue conseguir que la población dependiese del mercado, que fuese
cada vez menos autosuficiente y tuviese que vender su fuerza de trabajo
(empleo) para conseguir el sustento. Para imponer el capitalismo "resultó clave
impedir que la población pudiese cultivar su propio alimento. Poco a poco, las
opciones fueron o trabajar para otras personas a cambio de un salario o morir de
hambre".
Distintas medidas mediante las cuales se impidió a la
población que cultivara sus propios alimentos:
- Quitar al
campesinado sus tierras privadas y comunales. Para ello, se recurrió a la
expulsión, el aumento de rentas y el incremento de impuestos.
- Obligar a
pagar (las mercancías, los impuestos) en moneda, por lo que las personas
tuvieron que trabajar asalariadamente para conseguir dinero.
- Prohibir
el vagabundeo, lo que forzó aún más a las personas a buscar un trabajo
asalariado.
- Romper
lazos y economías sociales, lo que limitó la capacidad de la población de
resistir.
Quitar las tierras al campesinado no fue sencillo y se tuvo que hacer por la fuerza. Para ello, las élites feudales se
aliaron con los primeros capitalistas (cuando no se convirtieron en
capitalistas). Así, los Gobiernos, poco a poco, consiguieron doblegar a las
fuerzas campesinas. Probablemente, el cenit revolucionario en Europa estuvo en
la Guerra Campesina en Alemania (1525) y en la toma de Münster por los/as
anabaptistas (1533). Ambos episodios terminaron en derrota y represión feroz.
Actualmente, se está produciendo una importante privatización de tierras en todo el mundo. Otro elemento que se produjo desde el principio fue la expansión del mercado capitalista a más regiones y sociedades. La colonización de América (y después de Asia y África) resultó determinante para ello.
Mediante la competitividad y/o el sometimiento de los pueblos
a través de la violencia es como se controlan los nuevos mercados La diferencia entre comercio, conquista y
piratería fue sutil, ya que todas se encaminaron a un mismo fin: la
reproducción del capital. Hubo también un salto importante en la
explotación de la naturaleza. Fue el derivado de la conquista de América y de
otros continentes, lo que permitió la explotación de nuevas tierras y minas.
Reforzar del patriarcado fue condición clave para el desarrollo
del capitalismo; que las mujeres se encargaran
de todas las labores de cuidados en las casas, permitió garantizar la
reproducción social y la consecución de trabajadores con un coste mínimo.
"En la medida que el capitalismo ha conseguido que las
personas no sean autosuficientes, que tengan que comprar los bienes que
necesitan para vivir y que, para ello, requieran ganar dinero antes, la
elección termina siendo encontrar un empleo o pasar hambre".
Más formas de aumentar el capital:
"Arrancar la riqueza a quienes la tienen o disfrutan pero no están dentro
del capitalismo. Por ejemplo, patentar un conocimiento ancestral de una
comunidad indígena y comercializarlo".
También aumenta el capital si se aumentan los/as posibles
consumidores/as (y asalariados/as). Hay que introducir dentro del mercado
capitalista sociedades que estaban fuera para poder incrementar el capital. De
ahí, la globalización.
Para saber más:
Ø -Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva. de Silvia Federici
Ø -Capitalismo (1679-2065), de Santiago Niño-Becerra
Ø -Historias De La Lucha Por El Común, de César Roa Llamazares
Ø -https://tiempodeactuar.es/blog/que-es-y-como-surgio-el-capitalismo/ de Luis González Reyes
Ø -Los Orígenes del Capitalismo, de La linterna de Diógenes
jueves, 19 de agosto de 2021
Capitalismo, territorio hostil para nuestros mayores
Un fantasma de exclusión recorre nuestro mundo globalizado. Excluye a más personas de las que incluye. Y eso es un problema que acabará pasándonos factura. No hace falta ser Casandra para darse cuenta.
El sistema capitalista está sistemáticamente dejando fuera a toda la generación de más de 60 años. Trámites, bancos, restaurantes, servicios, etc. Y no sólo aparta a personas mayores. También ningunea a personas que no dominan internet o no tienen acceso habitual a él por motivos económicos.
El capitalismo es, desde su implantación mediante coacciones y robos violentos de propiedades comunales, un territorio hostil para las personas mayores o con dificultades físicas/económicas. No hay bancos ni sillas en la mayoría de lugares (ni en exterior ni en interior). No hay ascensores o medios alternativos en calles empinadas de pueblos que organizan eventos musicales. No hay señales, carteles o pancartas informativas adecuadas para personas de la tercera edad. No se protege a la población más mayor y precaria en las olas de calor o de frío durante esta época de subidas históricas diarias de la factura de la electricidad.
Andorra es el epítome de las aberraciones de la sociedad capitalista neoliberal. Como todos los países actúen como Andorra, me pregunto dónde vivirán las personas con enfermedades o simplemente mayores, si se les niega la ciudadanía por no tener juventud o salud de hierro. Me pregunto también qué harán los Youtubers cuando envejezcan y se encuentren con que la sociedad a la que tanto veneraban les deja tirados.
Cada verano, cada invierno, inevitablemente sufro cada más por la gente mayor. Estos días de agosto se alcanzan en muchas provincias hasta los 48º.
Y la factura de la luz está en máximos históricos. ¿Cuánta gente no podrá poner un
poco el aire acondicionado, lo justo para no morir de un golpe de calor en su
casa?
Desde hace algunos años, me pregunto por qué se abandona así a nuestras mayores cuando son quienes levantaron este país, quienes conquistaron los derechos que ahora la clase alta que realmente gobierna los países nos está volviendo a robar. Me pregunto por qué no se piensa en nuestras madres y abuelas. ¿Por qué se les condena a la indefensión y a la sensación de que molestan en este mundo dirigido principalmente a la generación nativa digital menor de 30 años? En un mundo globalizado y cada vez más envejecido, no alcanzo a entender por qué se excluye continuamente a la gente mayor, condenándola a quedarse en casa encerrada a esperar la muerte.
Un sistema que desprecia y abandona a sus mayores es un sistema podrido que acabará desapareciendo. Y esa es la gran diferencia entre patria y matria. La patria sufre aluminosis y la matria es la cura del cáncer que corroe esta sociedad y la hace inhabitable para la gran mayoría.
viernes, 13 de agosto de 2021
33 de las 51 eléctricas son de control estatal y generan el 62% de la capacidad eléctrica. Hablemos de privatizaciones y crear empresa pública al servicio de la ciudadanía.
"Las empresas públicas de energía: 33 de las 51 eléctricas más grandes del mundo son de control estatal. Las empresas públicas de sus países miembros generan el 62% de la "capacidad eléctrica" y que hay "evidencias empíricas" de sus "efectos positivos" para abaratar la factura.
Historia reciente: España perdió el control de las hidroeléctricas a finales de los noventa con Aznar, al privatizarse el 100% de empresas como Endesa".
Lee la noticia en Infolibre
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Statista, 2021 |
Eso sí, "en el caso energético, tras la privatización ideológica que hizo el gobierno Aznar de Endesa y la pérdida de control indirecto de Gas Natural por parte de Repsol, una vía de desarrollo de una empresa pública volcada en la energía y que puede ser una fuente de ingresos y de industrialización del país. Porque se cumple la finalización de las concesiones a múltiples centrales hidroeléctricas -75 años-, con lo que tras ser explotadas por diversas empresas que están engordando sus dividendos de forma abusiva, tienen que revertir al Estado".
Lee más sobre Una empresa de energía pública al servicio de la ciudadanía en Mundo Obrero
- Para saber más:
120 GRANDES EMPRESAS PÚBLICAS ESPAÑOLAS RENTABLES, PRIVATIZADAS
lunes, 26 de julio de 2021
"Lo contrario del amor no es el odio ni el miedo. Lo contrario del amor es el cinismo". pennylanebcn 26 julio 2021
Abres las ventanas mediáticas y sociales y el ruido inunda todas las habitaciones de tu casa. Aquellos "hilillos de plastilina" de Rajoy entran embarrándolo todo y si te descuidas te estropean hasta los muebles. Abres las ventanas de este bar de apuestas llamado España y te repiten sin cesar que deberías ser menos ingenuo, buenista e inocente porque la vida es como es y mejor endurecerse.
Gente de clase trabajadora que intenta emular a Tom Cruise en Magnolia o a los de las hipotecas fijas, esos memes que son como son porque el mundo les hizo así; caricaturas de cromos de bollicao sin gracia, si al menos fueran Tois, podríamos coleccionarlos y tomarlos como lo que son: Construcciones sociales que personas que se han rendido.
No les culpo. Yo misma me he estado a punto de rendir varias veces. Y creo que en algún momento, durante lo más duro de la pandemia, me rendí. Dejé que la puerca de Alien metiera todos los huevos en la nave que nos tenía que llevar a otros mundos y galaxias donde existiera la vida y la esperanza. Sí, lo confieso. Tuve que echar mano de las tijeras y cortarme el pelo, por segunda vez en menos de medio siglo, para darme cuenta de ello.
Me rendí. Creí ese mensaje que me susurraban día y noche los de Hipnopedia SA. El mundo era inhabitable. El mal había vencido. Notaba un peso en mis pulmones; era un señoro neoliberal poniendo ladrillos en modo cuántico para construir un muro encerrando a mi corazón.
Ya. Suena cursi. Todo lo bueno es cursi. La gente amable es cursi. Seamos todos unos egoístas sin empatía, psicópatas y sin música en nuestras manos (no era fuego, Vigo, era música, perdona que te corrija) porque a los miserables de este mundo les tranquiliza saber que todas somos como ellos.
Pues mira, no.
Reivindico el buenismo, la empatía, la
inocencia, la ingenuidad y la bondad. Me niego a ser una cínica maleducada
condescendiente y egoísta. Quien quiera serlo, que lo disfrute. Yo paso.
No somos como ellos. Porque no es verdad. La
hemeroteca demuestra que hay más bondad que maldad, pero gracias al gremio
periodístico clickbait asustaviejas, te da la sensación de lo contrario.
Twitter tiene varias cosas maravillosas que compensan lo malo que tiene. Hablas con personas de las que aprendes mucho. Tú decides qué prefieres a aprender, claro. Puedes elegir entre ser un cínico o ser una persona que cree en la bondad del ser humano, que como no da morbo no sale tanto en los medios, pero abunda más.
La bondad innata del ser humano es
la naturaleza que se abre camino, incluso entre los adoquines. La vida que
busca caminos y atajos. El cinismo es la tala de árboles en el Amazonas para
poder ganar dinero sin fin. El cinismo es también esas casas de apuestas que
están invadiendo nuestros barrios de clase obrera; ese chapapote que provoca
alteraciones en el ADN de las personas: cambios genéticos y problemas
pulmonares, concretamente.
La verdadera pandemia, el verdadero desastre
natural está provocado por unos señores con gomina en el pelo, maletín y
zapatos caros y un alma casi tan vacía como la de Tom Cruise en la película de Paul
Thomas Anderson; y digo casi porque hasta Tom encuentra una redención final.
El cinismo es la forma de buscar el amor
de los inadaptados sociales que se pasan toda su vida convenciéndote de que
eres tú el inadaptado, que lo normal es ser como ellos. Son personas tristes y
solas que necesitan llenar ese vacío interior y creen que las hipotecas fijas y
las bolsas de deportes llenas de pasta les ayudarán a encontrarlo. Ay, pobres ilusos.
El amor no se encuentra con cinismo, ni con egoísmo, ni con maldad, ni con
indiferencia. Creerse superior y juzgar al resto continuamente desde tu escenario
de marionetas grotescas, eso es lo que son aunque ellos no lo saben, sólo te
lleva a la soledad más terrible, la del rico y famoso: sentirte solo rodeado de
amigos de tu fama y dinero. En el fondo, esto los ricos y famosos sí lo saben.
Comprar cosas. Comprar amigos. Comprar
respeto. Comprar mujeres y sexo. Y cuándo se acaba el dinero, ¿qué queda? Queda caer. ¿Y luego? Agarrar
esa mano que te tiende esa persona desconocida sin saberlo siquiera. ¿Y luego?
Entender que sin los demás nadie sería nada. Qué cursi. Ay, la bondad. Ay, la
humildad. Qué cursi es.
A lo largo de mis 43 años he conocido
gente mala. Ahora comprendo que era gente inadaptada que no sabía como
conseguir ese amor que le faltaba. No les justifico. Ser un cínico es una elección.
Puedes revolcarte en el barro del cinismo y el egoísmo cual, iba a decir cerdo
(pero no tienen la culpa, pobres), zombis nazis cuyo hambre les hace necesitar
comer cerebros para sobrevivir.
Sé que es una elección porque yo misma tuve que decidir durante el encierro de 2020 qué tipo de persona quería ser. ¿Quería dejarme invadir por ese cinismo que estaba especulando con las viviendas de mis pulmones? ¿O quería echarle a patadas y decirle “Aléjate de ella, puerca”? Me vi desde fuera, metafóricamente, durante unos instantes. Pensé en personas a las que admiro y respeto, dentro y fuera de Twitter. Y decidí que quería intentar ser como ellas y seguir creyendo en que la bondad abunda más que la maldad, al menos en nuestro continente. No soy ciega, leo la prensa: No sé qué os diría si viviera en México, Colombia o EEUU. Si mi vida y seguridad dependieran de llevar burka, no habría escrito este artículo, está claro. Estas reflexiones reflejan que en cierto modo vivo en un país y en una época privilegiada en comparación con otras.
Pero yo quería hablaros del amor. Algo tan
ridiculizado en los tiempos que habitamos. El amor es lo que nos salva del
cinismo. El amor familiar, el de la amistad, incluso el romántico, a veces, si
tienes suerte y no la cagas.
Pero no me malinterpretéis. No me refiero
al amor que te dan los otros. Sino el que tú desinteresadamente ofreces a cada
persona, hombre, mujer o niña con las que te tropiezas en la vida. El amor que
nos enseñan los niños. Y los animales. Darlo todo sin esperar nada a cambio.
Siempre. Porque sí. Porque sienta de puta madre, oiga.
Os confesaré algo más. Siempre he tenido
una cierta obsesión con que se me valore por mi cerebro, por inteligente y por
divertida. Sí. Alguna carencia tengo, supongo. Como todas. Las mujeres queremos
ser algo más que objetos decorativos. Queremos que nos admiren. Y yo durante
toda mi vida he deseado en secreto que me admiraran. Concretamente he
perseguido la quimera de que las personas a las que más admiro me admiraran
también. Carencias mías, ya digo.
Pero tengo una edad en la que, afortunadamente empieza a darme
igual si no me admiran. Quiero reírme, quiero hacer lo que quiero sin dar
explicaciones y sin esperar que guste o se entienda. He soltado ese lastre que
creo que me impedía avanzar hacia algo mejor. Un lastre de 100 toneladas llamado
validación. No necesita demostraros nada. Ahora por fin lo sé. Tuvo que venir
Capitana Marvel a decírmelo. Manda narices.
Y ahora, lo único que persigo en esta vida
es que una persona conocida o desconocida piense en mí cuando esté siendo devorada por el cinismo y le
haga recordar que hay gente, como yo, que seguimos resistiéndonos a ella; lo
intentaremos hasta el fin de nuestros días, que no es poco.