Todos ellos,
todos.
Ajenos
a mi estado
de hibernación.
Nadie me vio.
Me miraban
pero a sus ojos yo era invisible.
Tantas soledades
tantos lobos en busca de
redención.
Y hoy despierto
a la vida y a ti.
Porque tú me soñaste
un día gris
me describiste en tu garganta,
en tus labios.
Es como si tus sueños
hubieran dibujado mi boca, como si tu dolor
hubiera pintado mi pelo
con tu sol,
como si tus manos hubieran esculpido
mi espalda.
Allí estabas tú regalándome polvo de mariposas.
Y ahora
creo reconocerte a mi lado,
amándome en silencio,
buscándome incansable
porque no hay distancia
que no puedas cruzar
para comprobar que mi cuerpo
te pertenece
tanto como el tuyo a
mis manos.
Cruzas amaneceres y noches de cristal
para permitirte ese trozo de paz
que buscas intranquilo
desde que no te conozco.
Vuelves a mí,
aunque nunca hayas dormido conmigo,
encuentras tu habitación en mi pecho.
Y mi vientre calma tu dolor.
Vuelves a mí.
Tus pasos conocen
el camino a casa.
Llevo años mirando sin ver.
Y entre la gente, por fin, te invento.
Eres exactamente como soñé que serías.
Mi trozo de cielo en el infierno.
Mi bote salvavidas.
¿cómo estás?
Te he echado de menos.
Vuelve pronto.
24/07/2008
Regina
pennylanebcn
