Hay un cesto. En el globo. Cabemos unos seis.
A la izquierda del camino, a lo lejos, un árbol.
Hojas rojas cubren los adoquines.
Mis pasos, firmes. Mis brazos, fuertes.
Con arañazos, pero fuertes.
Tengo una bici amarilla para el camino.
Y un racimo de globos. De colores.
Las ramas del árbol azul de mis sueños.
Me sostienen en cada caída. En cada vuelo fallido.
Aunque nunca es fallido. Eso lo sé. Aunque caiga.
Plumas. Suaves. Patitas que resucitan a los no vivos.
Un beso en la frente y unos pies destapados.
Casiopea. El tiempo y sus semillas. El tiempo y este tiovivo.
Giramos sin parar. Hasta que andamos hacia atrás.
Nos robaron todo lo que no creíamos nuestro.
Hasta la voz y el nombre, nos arrebataron.
Solo necesitábamos unas gafas de lejos. Moradas.
Una maleta no demasiado grande.
Con sombrero y bombillas de repuesto.
Solo necesitábamos una bici amarilla.
Un globo en dirección al árbol rojo.
Y unas gafas de lejos. Moradas. Siempre moradas.
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