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jueves, 21 de marzo de 2013

SINCERICIDIO o la verdad, a veces, se convierte en la peor de las mentiras


La mentira está estigmatizada injustamente. Todos mentimos.  ¿Y tan malo es? Claro que, hay muchos tipos de mentiras. Hablemos de las blancas, las inocentes. Las piadosas.  Y a veces, la verdad, se convierte en la peor de las mentiras.

Hay millones de razones por las que no decimos toda la verdad o la disfrazamos. ¿es lo mismo ocultar datos que mentir? ¿Es lo mismo que no decir toda la verdad?

 En el trabajo es donde más mentimos: al hacer el currículum y aún más en la entrevista cuando nos preguntan sobre nuestros puntos fuertes y débiles.  La alternativa es no conseguir el trabajo. ¿quién puede culparnos de mentir cuando decimos que nuestro peor defecto es ser demasiado metódico, si eso nos abre las puertas al mercado laboral de nuevo?

Mentimos  a la gente demasiado curiosa, a los que no entienden que necesitamos un poco de espacio personal. Mentimos a los que pretenden convencernos de que ellos saben más que nadie sobre lo que tú debes hacer sin comprender que no están en tus zapatos, a los que intentan obligarnos a actuar contra nuestra conciencia contra quienes según ellos se aprovechan de nosotros.

Deberíamos mentir a un amigo cuando lo que más necesite sea un rayo de esperanza y no la cruel realidad, Deberíamos mentir si con eso conseguimos que alguien sea un poco más feliz.
 Un buen amigo no es el que hace que te estrelles con la realidad, si no el que está a tu lado en los malos momentos, apoyándote. 

La verdad tiene muchas caras y algunas acaban convirtiéndose en sádicas. Aunque también se puede decir con cuidado, sin ofender, algunos optan por hacer daño con la excusa de LA VERDAD. Pero la verdad, por muy bien que suene, sólo es necesaria si hace más bien que la mentira. 

Metira o verdad. Las dos son armas. Las dos pueden ser regalos. Sólo hay que saber cuándo usarlas.

Si pretendes acabar con la mala conciencia , quizá deberías preguntarte si esa es la única razón antes de soltar la verdad sin anestesia, como si fuera una mina antipersona. 
Si la verdad hará bien a alguien más aparte de a ti mismo, quizá sea la única razón que merece la pena para no mentir.

No es una virtud decir la verdad pase lo que pase. Es simplemente otro acto más de egoísmo, donde lo único que nos importa, somos nosotros mismos, nuestra conciencia.

Así  que, al final, ‘la verdad del tipo le pese a quien le pese’, el  sincericidio’ que decía Benedetti, al final, no es más que la peor de las mentiras:  autoconvencernos que es la mejor de nuestras virtudes, cuando en realidad es un abuso, un arma que mata.


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