Había un hombre
hecho de tormenta
que siempre llegaba tarde
a lo inevitable.
Le conocían en su barrio
por los reflejos
que dejaba en los coches.
Por el desorden
de sus vocales en la calzada.
Al final de la calle del perdón
pasaba, una vez al día,
un tren antiguo, pequeñito.
Un pasado
que quiere vivir algún futuro.
Y una vez al día
le decía buenos días
al buzón almohada,
que últimamente se moría de sed.
Le faltaba el aire,
cuando no oía un buenos días
de sonido metálico,
de olor a casa antigua y a lana.
A veces, el tren cogía fiebre.
Con las prisas y las ganas
olvidaba ponerse la bufanda
cuando iba a dar los buenos días.
Estornudando horas,
siempre acababa cerca del buzón,
con pasos de ventana y color.
Desde lejos,
una nube color brasa esperando
sonreía, como una niña pequeña,
al verlos chocar.
Los unos contra los otros,
la prisa, el pasado y las palabras.
Ella sonreía,
avivándose,
al verlos juntos,
envueltos de sonidos
de hojas y sus sueños.
Y almohada volvía a ser carta
que caía en el asiento de al lado
ordenando tormentas
y atrasando las agujas del reloj.
Boceto original publicado en 2011
Autoría: @pennylanebcn
4 comentarios:
Me encantó...!
Hacía tiempo que no podía meterme a leer el blog (los estudios y el trabajo, ya sabes), pero aún así, encontrándome con estos poemas, creo que tendré que hacer esfuerzos más a menudo.
Cuídate.
querida Regina, este poema hace justicia al título de tu blog, magnífico
Muchisimas gracias!!
De corazón
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