No entiendo muy bien qué ha pasado. Había decidido tejer de odio esta
colcha. Ensayaba un desprecio en el espejo y, en la ducha, te rechazaba.
Rechazaba tus declaraciones; te empujaba; te declaraba la guerra; te lanzaba
por el despeñadero y te decía ya es tarde. Así te odiaba. Ferozmente. Nunca
nadie ha odiado tanto a nadie como yo a ti (y seguramente tú a mí).
Y ahora, me da pánico volver a sentirme como una idiota.
Me prometí no dejar de odiarte jamás. Deseaba encontrarme contigo; deseaba
tu mano rozando mi brazo, levemente, como antes, ¿te acuerdas?, de decidir
odiarte; deseaba escuchar que... que me pedías perdón... que... no sé. No sé
qué deseaba escuchar. Y yo, poniéndome mi mejor máscara, deseaba ferozmente
hacerte daño. Cuánto deseaba encontrarte, confesando que me amas y que nunca
dejaste de hacerlo. Cuánto deseaba poder rechazarte. Cuánto deseaba verte de
nuevo. Verte y verme de nuevo en tus ojos. No entiendo muy bien qué ha pasado.
Te juro que había decidido odiarte para siempre.
Ya sabes que siempre se me dio muy bien engañarme. Como cuando me convencí de que no te amaba. Como cuando me convencí de que, en realidad, tú no me amabas.
Y ahora, me da pánico volver a sentirme como una idiota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario